18por la ignorancia, la provechosa apatía y el mero egoísmodesvergonzado”. Nos trasladamos a un año indeterminadoentre 1947 y 1949, a un claro día de invierno que sigue a undía de copiosas lluvias y antecede a otro en que éstas van a volver. Es miembro, parece que sin graduación alguna, deuna patrulla israelí encargada del asalto a un pueblo palestinosupuestamente como acto a la vez de represalia y de preven-ción de ataques contra el pueblo y el ejército judíos. Duranteal menos las dos terceras partes del relato, la primera personadel narrador podríamos decir que se objetiva en un nosotros,el nosotros colectivo de la patrulla, salvo por alguna esporá-
dica reexión sobre la singularidad de su sensibilidad y con
-ciencia moral frente a la ausencia de ellas en sus compañeros,y en esta objetivación casi llega a asemejarse a una cámara,
una cámara de cine o televisión que lmara desde dentro de
la patrulla su peripecia y el entorno natural en que ésta trans-curre pero también una cámara de resonancia donde a travésde las vivencias del protagonista resonaran las vivencias desus compañeros, la incertidumbre, la tensión, el hastío, en al-gunos casos la arrogancia y el odio, y, por supuesto, en todoslos casos el miedo, miedo principalmente a un presentidopero no reconocido envilecimiento de sí mismos. Y en lo que hace a resonancias, por cierto, en el relatoqueda muy señalada la del palpitar de la naturaleza, tambiénde las casas, de los objetos. El pueblo se erige en la laderade uno de los montes que circundan un valle y este valleconstituye no sólo el marco espacial del relato sino el punto
básico de referencia de su mismo signicado, es como un
microcosmos donde en cierto sentido se simboliza y con-densa la relación primigenia y esencial entre el ser humanoy la tierra, la naturaleza que él trabaja y de la que él depende. Arriba el cielo, el sol, las nubes que traen la lluvia, abajo latierra, ordenada en parcelas, hecha fecunda por el trabajohumano a lo largo de las sucesivas generaciones desde másallá de la memoria del tiempo, memoria que, en cambio, sí seinstala indeleble en las cosas, en aquello que el ser humanoconstruye y que le es inmediato a su vivir, las casas, los uten-
 
19silios para su trabajo, para su comida……… De este modo,la destrucción de la aldea y la deportación de sus habitantesrepresentará además, desde luego, del hecho de violencia y de injusticia que le son inherentes, una profanación, la deesa alianza primordial y constitutiva de lo humano entre lanaturaleza y el trabajo del hombre.Al inicio de tal destrucción/ profanaciónllega el relato casi a la mitad de su transcurso. Todo lo an-tecedente ha servido para preparar, para sembrar el sentidoque se ha de conferir al acontecimiento concreto objeto dela narración. Precisamente a partir de entonces ésta pierdede manera progresiva ese cierto grado de abstracción que leera propio hasta ese momento y así, por ejemplo, los miem-bros de la patrulla van pasando de presentarse simplemen-
te esbozados a adquirir un perl cada vez más especíco e
individualizado según se desarrolla el asalto al pueblo y laposterior deportación de sus habitantes, proceso de indivi-dualización que también se produce respecto a estos últimos,
quienes primero aparecen como guras en fuga imprecisas y 
lejanas sobre las que practicar el tiro al blanco, después como
fantasmas presentes en razón de su misma ausencia y nal
-mente como seres humanos de carne y hueso, en principioseres humanos viejos, deformes, incluso repugnantes por sufísico o bien por la abyección a que les conduce el miedoprovocado por los heroicos asaltantes, hasta que al cabo ve-remos hombres, mujeres, niños, en quienes el narrador nopodrá sino reconocer, además de la semilla plantada del odio,la dignidad en última instancia invencible de los débiles, delos seres humanos oprimidos por los fuertes.Será justamente en el personaje del narrador donde
queda más de maniesto este proceso de individualización,
resuelto de un modo que considero el elemento menos lo-grado del relato. El narrador acaba por darnos acceso directoa su conciencia, a su mala conciencia en la que desde una porél declarada y para el lector incómoda superioridad moralsobre sus compañeros, se da un debate íntimo que bascu-la entre el perentorio rechazo de cuanto está contemplando
 
20por una parte y, por otra, su autoacusación de “alma pura”incapaz de admitir la implacable dureza de algunas accionesacaso inevitables junto con la consiguiente responsabilidadpor ellas, mezclado todo ello con su propio sentimiento de
impotencia cuanto también de cobardía y, en n, aquí se ci
-fraría mi principal reproche, revestida esta tormentosa pug-na interior de un tono acaso demasiado autoconmiserativo ala vez que hasta cierto punto autocomplaciente, sin olvidarla forma un tanto confusa y enmarañada de su descripción,si bien esta confusión podría corresponderse, desde luego,
con la propia denición del personaje dado su papel en el
acontecimiento narrado.Con él y al mismo tiempo que él descubre el lector el verdadero propósito de la misión, no ya la represalia y la pre- vención sino lisa y llanamente el desalojo de ese lugar parasu posterior ocupación por colonos judíos: un pueblo enteroenviado al exilio, la palabra y la imagen más punzante con laque tenga que enfrentarse un hijo del por antonomasia pue-blo del exilio. Al término de este claro día de invierno cabe,no obstante, atribuirle un fruto, el que vague ahora en liber-tad un potro que los soldados encuentran atado a una cercay que se les acaba escapando, como en burla de ellos despuésde que intentaron seducirle con alfalfa y caricias.Un otro vagar concluye el relato, el del Dios que al máshondo silencio, inviolable y no profanado, de la noche del valle desciende para ser testigo de su clamor.
Luis enrique
 
21
Los cosacosLeón Tolstoi
1828 -1910
Que podemos decir de los escritores rusos. A través desus obras y de sus páginas, hemos podido conocer, sus paisa-jes, sus gentes, sus costumbres, sus formas de vivir, etc…, y por supuesto su idiosincrasia. A través de esta bella obra, Tolstoi, nos brinda una vezmás los memorables paisajes de la estepa rusa; y también la vida de sus gentes: los cosacos.La narración nos cuenta de una manera entretenida,
ecaz y enriquecedora la vida de sus pobladores. Del amor
que siente Olenín por la bella y serena Maríana. De lo rápidoque pasa el amor por entre estos dos jóvenes, tal vez paramostrarnos lo efímero de nuestra existencia.No podemos olvidarnos del viejo Yérovska, que a pe-
sar de su edad, bebe, ríe; en denitiva, disfruta como el que
más, transmitiéndonos una vida llena de felicidad y de pleni-
tud, que ha logrado en esos salvajes parajes; a n de cuentas,
la misteriosa, indómita e imborrable estepa rusa; la tierra quelo vió nacer.
En denitiva una obra entretenida, en la que el au
-tor, nos brinda una vez más y consigue transmitir esos senti-mientos, de lo que los escritores rusos tienen para ello unaespecial sensibilidad.Miguel Angel C, 24 de noviembre de 2009
 
22
Un fragmento de vida Arthur Machen
1863-1947
En el imaginario del galés Arthur Machen convergen
la inuencia del cristianismo (fue hijo de un pastor angli
-cano), una formación clásica, y la profunda y permanentehuella que le dejara el paisaje y la historia de su condadonatal de Gwent con sus vestigios del mundo celta, romanoy medieval. Machen muestra frecuentemente en su obra unaactitud neo-romántica y antimaterialista habitual en autoresde la época, actitud para la que encontraba inspiración en elmundo medieval con su abigarrada mezcla entre lo espiritualy lo carnal y su creencia de que, tras la realidad inmediata seencontraba un más allá misterioso que podía desvelarse enocasiones, produciendo una profunda transformación vital
e incluso conduciendo al sacricio. Aunque nunca dejó de
considerarse anglicano, se interesó en el cristianismo celta, elocultismo (formó parte de la Orden Hermética del Alba Do-rada, junto a Yeats y otros escritores), la alquimia, la cábala y el paganismo, y se mostró suspicaz e incluso burlón frente ala ciencia, el comercio y el puritanismo de su época, o frentea la literatura y las actitudes que a su modo de ver resultabandespreciables por no ser expresión de la alegría y el éxtasisde la verdadera vida, o por carecer de la función primordial,liberadora y extática, de toda obra literaria genuina.“Un fragmento de vida” fue publicada en 1906, unaño antes que “La colina de los sueños” (1907, consideradasu mejor obra), época en la que se interesa por el cristianis-mo celta y leyendas relacionadas con el Santo Grial y el Rey  Arturo. En esta pequeña obra, cuento largo o novela corta,
Machen maniesta una actitud de rechazo, irónica en oca
-siones, frente a la vida rutinaria y mediocre en el Londresmaterialista, desarrollista y victoriano, epítome de la caída delhombre desde una Edad de Oro, remota e imprecisa, en quese hallaba en comunión tanto con la naturaleza como con losobrenatural, a otra degenerada, de embotamiento espiritual,
 
23creada por el mundo moderno, que disfraza la verdadera vida mediante otra que sólo parece real y en la que aquél haperdido el camino hacia su verdadera esencia, básicamenteespiritual.Machen nos sitúa en los entonces suburbios londinen-ses de clase media del West End, donde aún pueden atisbarseen algún prado o jardín, entre muros de ladrillo gris rojizo y calles anodinas, pequeños resplandores de naturaleza, siem-pre agostados y exhaustos, pero donde el paisaje misteriosoy los pueblos de la campiña no quedan aún muy lejos, quizáa la distancia de un paseo, y nos relata la historia de un joven
matrimonio entre un ocinista de origen galés de la City,
Edward Darnell, y un ama de casa, Mary Darnell Reynolds,en su aventura de transformación espiritual. A través de lo que inicialmente aparenta ser la conven-cional relación de una pareja de clase media, repleta de laspequeñas preocupaciones materiales y convencionalismos vulgares de una vida doméstica un tanto precaria, en ocasio-nes descritos con gran ironía (muy comprensible conociendoel desprecio de Machen por las características aspiraciones al“confort material” de la época en que escribe), la narración,que tiene como escenario único la propia casa conyugal y untiempo coetáneo, va ampliado progresivamente sus fronterasen el espacio y en el tiempo por medio de los pensamientos y los parlamentos de los personajes, abarcando sucesivamente,de un modo abstracto y fantástico, Londres, sus alrededores
y nalmente un Gales salvaje y primigenio. Partiendo de la
cotidianidad más inmediata, casi cómica en su rigidez y rutinapuritanas, el relato va incluyendo el pasado cercano, anterior
al casamiento, y nalmente el pasado remoto de la infancia; y 
abarcando desde las relaciones convencionales y urbanitas quese establecen con otros individuos cercanos (servidumbre, pa-rientes, compañeros de trabajo), hasta el más extraordinarionexo con la tradición y los ancestros a través del el recuerdo y los vestigios del pasado (los legajos en latín y los “manuscritosde Iolo” que Darnell guarda en su desván), con seres lejanos y más “puros” (el padre, la familia de origen, los compatriotas)
Buscar historial:
Buscando…
Resultados00 de00
00 resultados para resultado para
  • p.