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Hirbet hiza: un pueblo árabeS. Yizhar
1916-2006
Es cuestión recurrente en autores y críticos la de plan-
tear la relación entre realidad y cción, entre vida y literatura,
y ello resulta particularmente pertinente en el caso del relatotestimonial, el escrito por alguien que formó parte de la mis-ma materia de su narración, así los “Relatos de Kolimá” queleímos semanas atrás o este “Hirbet Hiza. Un pueblo árabe”,a lo cual se añade aún la circunstancia de que la materia deéstos la constituyen hechos de tanto peso histórico como elGulag de la época estalinista o la ocupación israelí de la tierrapalestina, este último hecho plenamente vigente en la actua-lidad, tanto que en cierto modo el relato parecería escritoayer, hoy mismo. Si la cuestión se plantea en términos gene-
rales, la respuesta habitual suele consistir en una armación
de la autonomía de la literatura, de su autorreferencialidad y valor “per se”, y aunque ello quede más matizado en el casodel relato testimonial, también entonces la respuesta suele
decantarse por la priorización de lo literario puesto que al n
y al cabo de un artefacto literario se trata. Viene a cuento este preámbulo por cuanto como lec-tor, no como autor ni como crítico o teórico, me ha quedadoparticularmente patente el aire de verdad, de realidad en laque me he sentido inmerso, que transpira el relato, a la vez
que me quedaba no menos patente el sosticado y comple
-jo grado de literaturización a que estaba siendo sometido elconcreto acontecimiento narrado: el asalto de una patrullaisraelí a un pueblo palestino para proceder a su desalojo y
destrucción. Pensé, pienso, un magníco ejemplo de perfec
-
to maridaje entre realidad y cción, vida y literatura, en que
la una resulta indisoluble y paritaria, sin primacía, de la otra.Un narrador en primera persona que sigue, tiempodespués de lo sucedido, con la bilis dentro del alma y necesitapara combatir su propia alienación y cobardía confrontarsea “la masa grande y general de los mentirosos conformada